Hoy he sabido que estamos a 1800 m sobre el nivel del mar, cosa que sospechaba, pues me sentía muy bien físicamente. La altura me es favorable.
Tafadzwa y yo fuimos a Soweto esta mañana, y realmente fue impresionante. Porque una cosa es oir hablar del apartheid y otra ver cómo vivían- y viven aún- los negros y cómo ellos, que son los verdaderos dueños de estas tierras, eran sometidos a todo tipo de atropellos.
Soweto es un pueblo situado a unos veinte km de Johannesburg.
Hay una serie de barracas pegadas una contra la otra, allí era donde el gobierno de los blancos estipulaba que debían vivir los negros. Ni un árbol, ni una flor, un pueblo creado para sacar a los negros de Johannesburg. Una tierra que tiene flores y árboles por todas partes, menos en los barrios de los negros. Es inconcebible para nosotros. Bajamos en un mercado y sacamos fotos, la gente parecía alegre, a pesar de la evidente pobreza. Soweto tiene también una parte “rica” donde hay hermosas casas, adornadas con ladrillos de color muy claro.
Fuimos al museo de Hector Peterson, que fue un niño de 13 años muerto en una manifestación estudiantil en 1976. El museo tiene testimonios de ese levantamiento, y fotos, videos, obras de arte relativas a eso. Me hizo recordar la época de la dictadura, los jóvenes que estuvieron presos y los que murieron o desaparecieron. Hay una especie de jardín interior en el cual hay desparramadas pequeñas tablillas con los nombres de los 69 estudiantes asesinados en esa revuelta.
El museo es muy moderno, hermoso, de vidrio y ladrillo.
Luego fuimos a la casa de Nelson Mandela, una casa muy pobre, pequeña. Hay frases suyas en las paredes y están algunos de sus objetos, fotos, algunos muebles, suyos y de Winnie Mandela, que fue su esposa y también una gran luchadora social. También pasamos por la casa del obispo Desmond Tutu. Comimos en un restaurante humilde, una comida rica y local.
Realmente fue emotivo. Al regreso pasamos por el nuevo estadio de fútbol en el que caben 80.000 espectadores y donde se jugará la final del mundial del año próximo.
Y en la tarde fui hasta Pretoria. Tuve que alquilar un taxi pues aunque parezca increíble, acá no hay ómnibus de línea que te lleven de un lugar a otro. Pretoria está a 60 km de Joburg.
La carretera es de 4 carriles en cada sentido y a pesar de eso demoramos más de una hora en llegar, pues hubo momentos en que el tráfico se hizo muy lento. Luego vimos que hubo dos accidentes… van todos tan juntos que un frenazo imprevisto y zás, quedan todos involucrados en el choque.
Pretoria es una de las ciudades más lindas que he visto. No por las casas, sino por los jacarandás! Hay calles enteras bordeadas de jacarandás, y en algunos casos éstos se mezclan con las Santa Rita y se dan unas combinaciones increíbles.
Mercedes, la uruguaya que me recibió en Pretoria, ama los jacarandás y me llevó a todos los lugares donde éstos abundan. Yo no podía parar de admirar tanta belleza. Hay una calle donde hay jacarandás blancos, que no conocía. Impresiona también la fortificación de las casas y barrios ricos, con guardias armados en las puertas, cercas metálicas, negros custodiando blancos del ataque de otros negros.
Hay un hermoso parque llamado Freedom Park, que aún no está terminado, en homenaje a los que lucharon contra el apartheid. Trasmite espiritualidad, dolor y esperanza. Y una grandeza que quizás refleje el sentimiento de los sudafricanos ante su tierra y su destino.