1) Cerca de la catedral, una joven gitana toma mi mano e intanta leer mi futuro. Las frases usuales para una mujer de mi edad, viajando sola: lágrimas en el pasado, pero felicidad en el futuro; un viaje, alguien que desde el cielo reza por mí. Ella no sabe que nadie ha muerto aún para velar por mí, que viajo cuatro veces al año, y que siempre fui bastante feliz. Le sonrío y le pregunto si nació acá. Cinco dólares cada mano, contestó. Pero yo no pedí esto, querida, toma tres, y déjame en paz, le dije. Si me hubiese dicho algo interesante, podría haberle dado más.
2) Caminé bajo la lluvia. Calles vacías y negocios vacíos, el silencio triste que el otoño trae luego del bullicio veraniego. Hay muchos árboles gingko por aquí, y en estos días están intensamente amarillos. Detrás de una gran vidriera, un hombre de unos sesenta años corta la madera para una guitarra. Cae sobre la mesa, y permanece recostado allí por un instante. Luego vuelve a su tarea. Cansancio, tristeza, quién sabe! Quizás solo un momento íntimo cuando nadie mira.
3) Las empleadas de la librería, dos chicas muy amables, hablan acerca del acento latinoamericano, antes de que yo les dirija la palabra. El idioma español nació en España, dice una. Por lo tanto la forma en que se habla acá es la correcta. Los demás hablan mal el español.
Es eso xenofobia, racismo o solo un uso equivocado del silogismo?