Corderos y paraíso

Sarandí del Yi, Paraíso del mundo, dice ostentosamente la chapa de una camioneta 4X4 estacionada en una calle del pueblo. Parece una idea bastante modesta del paraíso, pienso mientras miro las casas bajas, humildes, muchas de ellas con jardines llenos de flores. O quizás sí, el paraíso sea eso, un pueblo tranquilo lejos de las carreteras, de las metrópolis.
El pueblo tiene casi 8.000 habitantes según las estadísticas. Se ubica en una zona netamente ganadera, y por el camino se ven muchas vacas y ovejas. También hay construcciones con forma de corredores de madera que suben hasta la altura del camión que se lleva el ganado hacia los mataderos. Pocas señales de vida más allá de la animal: ni pueblos ni caseríos, sólo alguna casa solitaria emerge en el paisaje verde y vacío.
La fiesta del cordero pesado consiste en un concurso de asado de, precisamente, un tipo de animal llamado así, cuando llega a cierto grado de madurez. Se inscriben competidores por grupo y un jurado los califica otorgando puntajes a varios aspectos, algunos directamente vinculados a lo gastronómico (tiempo de cocción, et) y otros aledaños como cantidad de involucrados, decoración del campamento, etc. Estos criterios se mantienen secretos para el público, aunque quizás sean murmurados al oído de los concursantes.
El sábado comienzan los preparativos de instalación de las parrillas, mientras alrededor se monta una feria con unos pocos puestos artesanales y muchísimos de mercadería china. Zapatillas hechas en el Paso Molino y chalecos tejidos en el pueblo compiten con bicicletas rosadas de plástico que giran interminablemente sobre un disco del tamaño de un plato. Monturas de caballo y rebenques se mezclan con repasadores, jarras transparentes, fundas de celular. Muchos puestos de venta de ropa, zapatos, juguetes, artículos para el hogar, bolsos, destornilladores.
Un gran escenario prometía un desfile de diversos estilos musicales, pero solamente un grupo de cumbia y otro de canciones melódicas intentaron sin demasiado éxito atrapar la atención de los concurrentes. Algunos puestos tienen discos de folkore sonando alto, pero no hay cantores con sus guitarras y acordeones ni coros espontáneos alrededor de los fogones, como cualquier desprevenido podría esperar.
Los turistas se distinguen de los locales por sacarse fotos frente al monumento al mate, única escultura que adorna el parque, y por lucir atuendos que los identifican con los grupos participantes del concurso. El acceso al río está alambrado, probablemente por seguridad, ya que la ingesta de alcohol puede provocar que alguien trastabille y termine en el agua.
La oferta gastronómica es bastante más tradicional: pasteles fritos, churros, quesos y vinos. Las tortas fritas exigen su lugar junto a los chivitos de cordero, los chorizos de cordero, y las milanesas de cordero.
Ni un solo puesto de café, pero sí de cerveza sin alcohol.
El sábado por la noche hubo un desfile de prendas de lana muy bonitas y elegantes. Sin embargo, las chicas del lugar lucían la ropa que se usa también en los suburbios montevideanos, que consiste en calzas ajustadas, casi siempre negras, y camisetas en distintas variaciones del animal print. Los hombres, en general, camisa a cuadros y jeans o versiones actualizadas de la tradicional bombacha de campo.
Hubo una competencia entre niños con corderitos que dio lugar a murmullos de protesta porque los premios se entregaron en función de los apellidos y no de las destrezas mostradas.
En el medio del predio había un corral lleno de corderos hacinados, esperando la muerte. Ellos fueron testigos del lento asar de sus congéneres, y de vez en cuando alguien piadoso les daba de beber. Me pregunto qué espero para hacerme vegetariana. A pocos metros de allí se dio una misa criolla, que incluyó algunas canciones de Ariel Ramírez y otras desconocidas, interpretadas con cierta disonancia por un pequeño grupo de seminaristas y fieles.
Una carrera de carretillas fue una de las pocas atracciones de la jornada del sábado, en un fin de semana con mucho humo y pocas atracciones más allá del paseo alrededor de las parrillas.

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Publicado por Cecilia Ríos

Esto es para compartir con mis amigos lo que veo en mis paseos. Notas una vez al mes! Gracias a todos mis lectores.

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